lunes, 16 de junio de 2014

A corazon Abierto...♥ #milucha #decision

Siento que he dejado de escribir una eternidad. Esta necesidad de poder expresarme por medio de la escritura, en realidad me está matando. Siento que me ahogo, que no he podido dejar que fluyan mis pensamientos, mis sentimientos y todo lo que hay en mi corazón. Son muchas cosas que han pasado en el trayecto de tres meses. Tres meses que han sido decisivos en algunas áreas de mi vida, tres meses en los cuales tuve que hacer la decisión más difícil de mi vida y he aquí mi historia:

A mis 31 años, me doy cuenta que ser mujer me pone en desventaja, porque, no quiero decir que ser mujer es difícil porque en realidad no lo es, pero si estoy en mucha desventaja. Toda mi vida desde que recuerdo, he sentido la necesidad de ser aceptada y amada, la cual fue algo que quizás tuve, pero mis ojos que habían sido tapados por mentiras que yo misma había creado de mi misma, no me hicieron ver lo que en realidad valía. A mis 15 años, yo estaba madurando, mi cuerpo se fue amoldando y estaba delgada. Empezaba a crecer, y todo se acomodaba en su lugar. Con el paso del tiempo, deje de escuchar a Dios, deje de escuchar sus palabras de afirmación que me decían que yo era bella porque él me había hecho bella y empecé a escuchar otras voces. Fue entonces que perdí toda mi identidad, perdí la poca autoestima que tenia de mi misma. Empecé a sentirme menos que mis amigas, todos los días era una lucha constante con el espejo. Mi propia frustración de no sentirme aceptada hizo que empezara a comer más de lo normal. Solo recuerdo que el comer me traía algún tipo de satisfacción interior pero que solo era temporal. Así fui creciendo, siendo la regordeta del grupo, desde mis 15 años hasta mis 31 años, fui la regordeta. Me negaba aceptar que tenía un problema, me negaba a entregarle a Dios esa área específica de mi vida. Nunca deje de arreglarme para salir, siempre quería suplir el hecho de que estaba gorda con comprarme ropa y zapatos caros, joyería y maquillaje que según yo taparían el hecho de que estaba subida de peso. Se volvió incontrolable, mis hábitos alimenticios se convirtieron en una pesadilla. Me la pasaba con dolores de cabeza, dolores de gastritis porque me malpasaba, pensando que quizás así bajaría de peso. Pero no fue así, cada día era peor, cada semana se hizo más fácil aceptar mi condición, aceptar el hecho que así estaba y así me iba a quedar. Al comenzar este año, después de 16 años, tuve que aceptar mi problema. Durante estos años, mi relación con Dios fue creciendo y cada día se hizo evidente que tenía que arreglar mi situación. Él fue acomodando todas las áreas de mi vida en su lugar. Emocionalmente, espiritualmente y económicamente estaba yo bien, pero físicamente no lo estaba y mi cuerpo lo denotaba. Aprendí a amarme, a verme como el me miraba, bella, pero había un pequeño problema, físicamente, me negaba a entregarle a Dios esta área. Sentía que era la única área en donde podía “rebelarme” por así decirlo. Y él me dijo: “Yo te acepto tal y como eres, te amo, tal y como eres. Eres una mujer bella e inteligente pero debes rendirte a mí en CUERPO, alma y espíritu.” Fue entonces que decidí hacer algo. No podía quedarme así, debía rendirme a Él, incluso en esta área. El 09 de Marzo del 2014, empecé un tratamiento con un doctor, decidí bajar de peso. Fue muy duro para mi ver mi peso en la báscula y entonces comprendí, ¿cómo fue que me deje tanto? ¿En qué momento me deje cegar por mi baja autoestima? Y hoy, después de 1 mes de tratamiento, digo con mucha humildad y agradecimiento que he logrado bajar 10 kilos. Aun me faltan mucho más kilos por bajar, pero sé que esto no solo es una batalla física, sino también mental y emocional. Me acepto como soy, y me veo como El me ve y quiero llegar a estar físicamente como El me ve, como siempre fue su destino que yo me viera.

Pienso en que muchas mujeres están pasando por esto, o han pasado por eso, pero si algo puedo decirles es que, si logramos aceptarnos tal y como somos y nos vemos como Dios quiere que nos veamos, lo difícil entonces no será una “dieta” o “ejercicio”, lo difícil será mantenernos viéndonos como esa mujer que Él ha diseñado desde un principio. Somos hermosas porque Él nos ha hecho a su imagen. No dejemos que la sociedad, el espejo, las revistas, el internet o la televisión, defina quienes somos. Dios nos define y de acuerdo a Él, nosotras somos como las “niñas de sus ojos”, somos perfectas y hermosas. 


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