El día que nos encontramos, en un Café, ah que día aquel…
Habíamos decidido encontrarnos y hablar de la situación; de esa relación, de ese amor que nos estaba quemando por dentro.
Te mire a los ojos, y me enamore más de ti. Nunca había estado en algo así, nunca habían sudado mis manos como en ese día.
Primero, te sentaste frente a mí y a los cinco minutos, te acercaste junto a mí y me abrazaste, tomaste mi mano y le diste un beso tan tierno. Pensé que iba perder mi aliento.
Todavía recuerdo lo nerviosa que estaba, que podría hacer yo más que dejarme llevar. Mi única pregunta fue, ¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿Cómo me enamore de ti tan perdidamente? ¿Cómo viniste y cambiaste mi mundo en unos instantes?
Quería escuchar lo que tenias que decir, quería escuchar tu argumento. En realidad, lo único que quería escuchar de ti era, cuanto me amabas, cuanto me necesitabas y cuanto querías que esto funcionara.
“Hola, ¿como estas? Sabes… te extrañe muchísimo.” Le dije sonrojada.
“¿De verdad?” Preguntaste al acercar tu rostro hacia el mió.
“Yo también te extraño, no he podido dejar de pensar en ti. Quiero estar contigo.” Me dijo.
“De eso precisamente es de lo que debemos hablar,” le dije al retirarme un poco.
Y hablamos, hablamos de las posibilidades, hablamos del amor, pero también hablamos del error que estábamos cometiendo. Tu ya estabas comprometido y había un hijo de por medio. Te hable de la primera persona en mi vida, el cual era Dios. Te hable de lo distinto que éramos los dos. Te hable de como no funcionaria nuestra relación. Me puse en el lugar de tu novia y sinceramente te dije que a mi no me hubiera gustado que me traicionaran.
Tu no entendiste, querías una explicación mas sobria de la que te di, tu no entendías el porque yo tenia que sacrificar tu amor por el amor de alguien invisible, de alguien Divino como Dios. Yo te amaba amor mió, pero amaba más a ese ser invisible que había cuidado de mí desde pequeña y que había llegado a conocer y entre mas pasaba el tiempo mas me enamoraba de El.
Tu solo agachaste tu cabeza, no pudiste comprender. No quise desanimarte y te dije que todo estaba en manos de Dios, te dije que si era su voluntad, tu y yo íbamos a estar juntos para siempre, aunque en la triste realidad, yo sabia que nunca estaríamos juntos. Nos despedimos con un beso, un beso con sabor amargo, un ultimo beso que dejaba en claro algo que jamás tendríamos.
Lo que tú no supiste es que llore por ti, mi alma se desgarraba cada vez que pensaba en ti. ¿Por qué no podíamos estar juntos? Era mi oportunidad de amar y ser amada, sentir que alguien me amaba sin condición, sin importarle quien era yo, sin importarle mi físico o mi edad, pero esa oportunidad se esfumo para siempre.
Cuando me pongo a meditar en las muchas ocasiones que he tenido que sacrificar el amor, la oportunidad de ser amada, la oportunidad de comenzar una nueva etapa de mi vida; muchas veces me arrepiento de haberlas dejado ir, pero al recordar todo lo que Tu has hecho por mi, es cuando me doy cuenta que nunca podría amar a alguien como te amo a ti, ese ser invisible que no puedo tocar pero que puedo sentir así como siento el viento en mi cara.
He amado a ese ser desde mi uso de razón, lo amo ahora y siempre lo amare.
PAOLA 2008
1 comentario:
anda poes...al comenzar a leer pese en alguien, despues wow todo cambio..que confesioness ehh!..
sabes lo que me gusto es que al menos en la historia cuentas que si tuviste el valor de primero poner a DIos..lo demas el lo acomodara =) ...
echale ganas Pao..
Publicar un comentario